Pero por un instante
aparece.
Soltamos amarras
la última despedida
(¿pañuelos en el aire, manos moviéndose, algún grito?)
y el muelle cada vez más lejos.
Imposible mirar hacia atrás:
atar cabos,
arriar velas,
o extenderlas:
maniobras, y el mar.
Deslizamientos. Calma chicha.
Un punto somos entre dos infinitos.
Y entonces, por un instante,
................................ .aparece.
Dentro del móvil horizonte circular
el mar, el cielo, y nosotros.
Añoramos —la buscamos, con la vista, pero no, no está—
por un instante añoramos la costa.
No hay costa. Señal, Sancho, que navegamos.
Lombrices
Hace 9 años
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