Ahora vivimos en la pérdida.
A nuestras espaldas
recién cerradas, ya infranqueables
las puertas del Edén.
Nos miramos a los ojos.
Nada tenemos para decirnos.
Este desierto
que ya quema las plantas de nuestros pies
nuestro es para siempre.
A nuestras espaldas
recién cerradas, ya infranqueables
las puertas del Edén.
Nos miramos a los ojos.
Nada tenemos para decirnos.
Este desierto
que ya quema las plantas de nuestros pies
nuestro es para siempre.
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