No me destruís
no me alterás
me dejás entera
intacta
e incólume
cuando siento por dentro la exaltación frenética
de un mar furioso, revuelto y desesperado.
Me dejás dueña del silencio
que expande la aridez desde mi piel hacia más allá
como anillos en el agua
cuando por dentro estoy a punto de estallar en
junglas de rododendros
bandadas de albatros
incendios de lunas llenas.
Soy un cuerpo a la deriva y en tu poder,
mar desencadenado e impávido,
corriendo peligro de ahogarme,
respirando cada tanto bocanadas milagrosas del aire cortante de la noche,
casi muriéndome en tu naufragio impasible;
hasta que me arrojás a la playa
desecha
casi rota
con agua en los pulmones
peces en las orejas
algas en los pies
caracoles en las axilas.
No juegues conmigo, mar embravecido y bravucón.
Ante mí tenés el poder de cambiar la órbita de los planetas
alterar el ritmo de las estaciones
tenés el poder de revertir el Big Bang
y que el universo se concentre en un punto:
el exacto punto en el cual nuestras miradas
se encuentran
chocan
y se funden.
Si nos miramos
el mundo deja inmediatamente de existir.
Sólo veo un linde borroso más allá de vos
las brújulas nos señalan
y el polo magnético de la tierra ya no está donde debiera estar
sino en el cruce de nuestras miradas.
Lombrices
Hace 9 años
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